Informació d'interès general
DESEMBRE 2016
1. El Club Rítmica Blanes Vitry, protagonista durant el desembre del Punt de l'Entitat al hall de la CEB 2. La contaminación atmosférica limita los beneficios del ejercicio físico Un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona concluye que la exposición a altos niveles de contaminación durante la actividad física podría reducir sus beneficios para la salud. Ha sido publicado en la revista “Environment International”. El trabajo analiza los efectos que tiene para la salud la práctica de ejercicio físico en la ciudad, bajo la exposición a la contaminación atmosférica provocada por el tráfico de coches. Para ello, realizaron un seguimiento individual a 30 personas sanas de Barcelona durante cuatro días, en diferentes escenarios de exposición a la contaminación atmosférica. Los resultados mostraron que los participantes experimentaron un aumento significativo de la función de las vías respiratorias a corto plazo, que se prolongó durante varias horas después de haber realizado actividad física, incluso en ambientes contaminados. Sin embargo, la exposición a niveles elevados de contaminación atenuó los beneficios respiratorios derivados del ejercicio. En concreto, las personas experimentaron una disminución a corto plazo en la función de las vías respiratorias altas y bajas, independientemente del nivel de actividad física que habían practicado. También señala que la actividad física reduce los efectos negativos que algunas partículas en suspensión (PM2,5, PM10 y PMcoarse) tienen en las vías respiratorias y que el nivel de exposición previo influyó en la función pulmonar de los participantes. El coordinador del estudio y director de la iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal, Mark Nieuwenhuijsen, reconoce que estudios previos ya habían mostrado que las personas que realizan deporte en la ciudad estaban más expuestas a la contaminación atmosférica, pero había la duda de si la práctica de actividad física en ambientes con alta contaminación era beneficioso o perjudicial para la función pulmonar. No obstante, esta investigación muestra que la exposición a varios contaminantes ambientales sí tiene un impacto en las vías respiratorias, aunque "es necesario realizar más estudios para confirmar esta asociación". Otro estudio coordinado por ISGlobal y publicado en 2015 ya mostraba que los beneficios de la actividad física sobre la salud son superiores a los perjuicios causados por la contaminación atmosférica. 3. Montar en bicicleta reduce el riesgo de sufrir enfermedad cardiovascular Dos estudios, de Dinamarca y Suecia, señalan que las personas que utilizan la bicicleta con regularidad, por placer o para trasladarse, reducen hasta un 18% el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular o un ataque al corazón. Los dos trabajos han sido publicados simultáneamente en las revistas "Circulation" y "Journal of the American Heart Association". Aunque ya se sabía que montar en bicicleta de forma regular, como parte de una rutina de entrenamiento formal, protege contra las enfermedades cardiovasculares, se conocía poco sobre los efectos del ciclismo habitual realizado por placer o como una forma de viajar. En conjunto, los resultados de los estudios sugieren que montar en bici como forma de ocio o para desplazarse al trabajo puede ser una importante estrategia de salud pública en los esfuerzos a gran escala por reducir el riesgo cardiovascular. En el estudio publicado en "Circulation", 45.000 adultos daneses (de 50 a 65 años) que montaban en bicicleta con regularidad como modo de pasar el tiempo libre o para desplazarse al lugar de trabajo tenían entre un 11% y un 18% menos de ataques al corazón durante un seguimiento de 20 años (1993-2013). El análisis mostró que tan solo practicando este deporte durante media hora a la semana se proporcionaba cierta protección contra la enfermedad de la arteria coronaria. Además, las personas que realizaron ciclismo durante los primeros cinco años que los autores los siguieron presentaban un 25% menos de riesgo de desarrollar enfermedades del corazón, en comparación con los que no montaron en bici en el periodo subsiguiente de 15 años. Los investigadores advierten que sus resultados no prueban definitivamente que montar en bicicleta como forma de ocio o para ir y volver al trabajo pueda prevenir ataques al corazón. Sin embargo, señalan que el número menor de eventos cardiovasculares observados entre los que montaron en bici sobre una base regular es un fuerte indicador de que esa actividad puede mejorar la salud cardiovascular. Anders Grntved, profesor asociado de Epidemiología de la Actividad Física en la Universidad del Sur de Dinamarca, afirma que "encontrar tiempo para hacer ejercicio puede ser un reto para muchas personas, por lo que los médicos que trabajan en el campo de la prevención del riesgo cardiovascular deberían considerar la promoción de la bicicleta como medio de transporte". Los expertos también evaluaron los hábitos de ejercicio general de los participantes, los niveles de actividad y la frecuencia con la que montaban en bicicleta, junto con factores de riesgo de enfermedades del corazón, como la presión arterial, el peso, el colesterol, el tabaquismo, la dieta y el consumo de alcohol. Pidieron a los participantes que proporcionaran información sobre los hábitos de montar en bici al inicio del estudio y una vez más a los cinco años. En total, hubo 2.892 ataques al corazón durante los 20 años de seguimiento. Los investigadores estiman que más de un 7% de todos los ataques al corazón podría haberse evitado mediante la adopción de la práctica de montar en bicicleta y mantenerla con una base regular. Kim Blond, asistente de investigación en la Universidad del Sur de Dinamarca, recalca que "como uso recreativo y como medio de transporte, la bicicleta es una manera fácil de hacer que la actividad física forme parte de la rutina de una persona de forma no estructurada e informal. Las autoridades de salud pública, los gobiernos y los empresarios deben considerar iniciativas que promuevan montar en bici como una forma de apoyar los esfuerzos de prevención de la enfermedad cardiovascular a gran escala". El otro estudio, publicado en "Journal of the American Heart Association", reveló que los adultos suecos de mediana edad y de edad avanzada que iban en bicicleta al trabajo eran menos propensos que los no ciclistas a ser obesos, tener el colesterol alto, presión arterial alta o pre-diabetes, todos ellos conductores críticos de riesgo cardiovascular. Los investigadores dieron seguimiento a más de 20.000 personas que estaban entre los 40 y los 60 años durante más de diez años y evaluaron sus hábitos de desplazamiento, el peso, los niveles de colesterol, la glucosa en sangre y la presión arterial. Al inicio del estudio, los viajeros activos (los que iban en bicicleta al trabajo) eran un 15% menos propensos a ser obesos, registraban un 13% menos de probabilidades de tener presión arterial alta, eran un 15% menos propensos a poseer colesterol alto y tenían un 12% menos probabilidades de tener pre-diabetes o diabetes, en comparación con los viajeros pasivos (los que empleaban el transporte público o iban en coche a trabajar). Los participantes que se desplazaron de manera pasiva y que cambiaron al transporte activo también tuvieron un mejor perfil de riesgo: Eran menos propensos a la obesidad, la diabetes, la hipertensión o el colesterol elevado en comparación con los no-ciclistas. Colectivamente, en los diez años de seguimiento, los que se mantuvieron en la bicicleta o escogieron el desplazamiento en bici en algún momento presentaban un riesgo un 39% menor de obesidad, un 11% menos de riesgo de presión arterial alta, un 20% menos de riesgo de colesterol alto y un 18% menos de riesgo de diabetes. Paul Franks, profesor en el Departamento de Ciencias Clínicas en Universidad de Lund (Suecia) y profesor invitado en la Universidad de Umea comenta que "hemos encontrado que el transporte activo, que tiene las ventajas adicionales de ser eficiente en el tiempo, más barato y respetuoso con el medio ambiente, también es muy bueno para su salud". Además, añadió que "las múltiples ventajas del transporte activo sobre el ejercicio estructurado pueden ayudar a los médicos a transmitir un mensaje que muchos pacientes acojan con mayor facilidad que el consejo de que se apunten a un gimnasio, salgan a correr o se unan a un equipo deportivo". Los investigadores observaron que no había cantidad mínima de tiempo o distancia requerida para reducir su riesgo. Debido a que el estudio fue observacional, es difícil establecer una relación de causa y efecto entre la mejora de la salud cardiovascular y el transporte en bicicleta, pero los resultados indican un fuerte efecto cardioprotector de esta práctica. Basándose en sus hallazgos, los investigadores también estiman que el mantenimiento de los hábitos de montar en bici como ocio o para desplazarse puede haber impedido el 24% de los casos de obesidad, un 6% de los diagnósticos de hipertensión, un 13% de los diagnósticos de colesterol alto y un 11% de los casos de diabetes. Franks indicó que "la buena noticia es que nunca es demasiado tarde para beneficiarse de un estilo de vida activo. Las personas que cambiaron de vida pasiva a activa vieron cambios considerables beneficios en su salud cardiovascular". 4. Comunicado de SEMED y la OMC sobre la nueva cerveza isotónica La Sociedad Española de Medicina del Deporte y la Organización Médica Colegial han publicado un comunicado en el que alertan de la aparición de una cerveza isotónica. Señalan la importancia de la hidratación durante la práctica deportiva e indican que esta bebida no cumple con los criterios y garantías necesarios para ser recomendada a deportistas. Ambas entidades recuerdan que las bebidas que se recomiendan para la práctica deportiva deben presentar una composición específica para prevenir la fatiga y conseguir una rápida absorción de agua y electrolitos, basándose para ello en la evidencia científica. Sin embargo, critican que la que ha aparecido en el mercado no cumple con tales criterios, por lo que "no debe en ningún caso ser recomendada en la actividad física y deportiva". Asimismo, recuerdan que la cerveza constituye una forma de entrada al consumo de alcohol de los más jóvenes, e incluso niños, y, por ello, rechazan que se utilicen como estímulo y referencia ídolos deportivos para este colectivo, ya que se trata de una publicidad con clara intencionalidad subliminal contraria a la promoción de la salud. Los médicos lamentan profundamente la utilización de estrellas deportivas para promocionar hábitos contrarios a lo que constituyen practicas saludables en las personas con actividad física o deportiva. Sobre todo, porque el mundo del deportista suscita un gran interés, no sólo entre los deportistas, sino entre diversos sectores con intereses comerciales y, entre ellos y de forma destacada, entre los que tienen que ver con la nutrición y con la hidratación del deportista. Desde SEMED y la OMC recuerdan que en España el colectivo de deportistas aficionados es extremadamente elevado y en gran medida carece de información adecuada sobre aspectos nutricionales, como la hidratación en el deporte. Por ello, insisten en garantizar que la actividad física y deportiva sea saludable y satisfactoria para el deportista. 5. Usar pulseras de actividad física no conlleva una mejora de la salud Dos investigaciones, una de Singapur y otra de EEUU, concluyen que el uso de pulseras de actividad física no conlleva un incremento de la práctica deportiva ni una mejora en la salud. Ayudan a contabilizar los pasos que se dan al día. La primera investigación, publicada por la revista "The Lancet Diabetes & Endocrinology", duró un año y participaron 800 personas de edades comprendidas entre los 21 y 65 años. Los científicos formaron cuatro grupos. El primero servía como “grupo de control” al que no se le dio ningún instrumento frente a los otros tres que sí recibieron una pulsera, de la conocida marca Fitbit. La diferencia radicaba en que el grupo tres y cuatro obtenían dinero, pero éste debían destinarlo a una obra de caridad de su preferencia. El segundo grupo recorrió 8.550 pasos diarios, el tercero 11.010 y el cuarto 9.280. Ninguno de los participantes estaban obligados a realizar un esfuerzo físico extra. Según Eric Finkelstein, de la Escuela Médica Duke-NUS de Singapur, debían hacer “lo que ellos quisiesen o considerasen”. Además, destacó que “la actividad física aumentó en los participantes en 16 minutos por semana, aunque el uso de la pulsera no propició que los voluntarios bajaran de peso o mejoraran su presión sanguínea”. Durante los primeros seis meses del estudio, todos los grupos recibieron un incentivo económico si caminaban una determinada cantidad de pasos (entre 50.000 y 70.000), excepto el primer grupo, "de control", que solo se le proporcionó información sobre la actividad física. En los seis meses posteriores, los voluntarios podían elegir si seguir usando la pulsera, pero sin el incentivo económico. Alrededor del 40% de los participantes abandonó el estudio en los seis primeros meses del año y solo un 10% continuó hasta el final. Los participantes del grupo tres que disponían de la pulsera y de la compensación económica para sí mismos caminaron mucho más durante los seis meses que duraron los pagos. Posteriormente, y al no recibir compensación económica, su actividad física disminuyó. Ante esto, el profesor Finkelstein sostuvo que “cualquier estrategia para motivar debería ser durante un largo periodo de tiempo para generar mejoras notables y beneficios para la salud”. El segundo estudio fue realizado en Estados Unidos y analizó la efectividad de las pulseras. Fue publicada en la revista JAMA (The Journal of The American Medical Association). En él se aclara que el uso de estas pulseras es ineficaz para perder peso. El trabajo, que tuvo una duración de dos años y en el que participaron 470 personas de entre 18 y 35 años con problemas de obesidad, determinó que el hecho de usar herramientas que controlan nuestra actividad no supone un estímulo para adelgazar. Los científicos estadounidenses diferenciaron entre dos grupos, el analógico y el tecnológico. A cada persona se le asignó una dieta calórica dependiendo de su altura y peso. A partir del sexto mes, el primer grupo debía registrar todas sus actividades físicas y la dieta en una libreta, mientras que los tecnológicos contaron con la ayuda de estas pulseras de seguimiento. Para ambos conjuntos se estableció una rutina de ejercicio: 100 minutos por semana y luego un aumento progresivo hasta llegar a las cuatro veces por semana, con un total de 300 minutos. Los analógicos llegaron al estudio con un peso de 95,2 kilogramos y acabaron con 89,3, lo que supone una pérdida de casi seis kilos. Los participantes tecnológicos comenzaron el estudio con un peso medio de 96,3 kilos y finalizaron con 92,8. Es decir, tras dos años de investigación solo perdieron 3,5 kilos. |
Data de realització: 02/26/2014 | Data de la darrera actualització: 12/27/2016
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